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Cuando terminó la campera, Stevens siguió con otros artículos. Le pegó 3.005 botones
a su guitarra y 517 a sus zapatos. Y su auto tampoco se salvó. También cubrió una camioneta funeraria y dos ataúdes con más de 600.000.
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Según explicó en los programas de televisión a los que ha asistido planea irse de este mundo en uno de esos sarcófagos y nada se salva de su extraña obsesión. Para quienes quieran conocerlo más en profundidad, el hombre montó también su sitio web y su museo.



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